sábado, 11 de febrero de 2023

Solsticio de verano, de Alfonso O’Shanahan

 

Ambientada en los comienzos de la Guerra Civil Española en Las Palmas. Pablo o Pedro (ambos nombres usa, uno real y el otro ficticio), un profesor de la universidad de Salamanca, amigo de Unamuno, se refugia en Las Palmas, donde tiene amigos que lo acogen, por temor a los desmanes que están cometiendo los falangistas en Salamanca.

En L.P. comienza a colaborar con un comerciante canario, por tener un poco de independencia de los amigos. Este comerciante le propone un encargo que debe realizar con mucha discreción. Ha de servir de enlace con un alemán que reside en Fuerteventura (un tal Winkler). Así, Pablo o Pedro, que es una persona nada afecta al alzamiento franquista, desde luego nada afecta a cualquier dictadura y dudando muy mucho de las bondades del nazismo, acaba colaborando con los alemanes en los preparativos, de cara a un inminente inicio de la guerra en Europa, de una base de suministros de submarinos en la isla de Fuerteventura.

Este sería el argumento. Tengo que decir que se queda un poco cojo, pues la novela termina abruptamente en un momento en que todo está por desarrollar. Por lo menos a uno le queda una sensación de final precipitado, cuando se prevé, o se impone a este comienzo, toda una compleja trama de espionaje y contraespionaje. Canarias, y Las Palmas en este caso, es una idea muy asumida, no sé si completamente documentada , durante la guerra fue un punto de tensión a este respecto. Parece que la importancia de las islas en la seguridad del Atlántico era crucial tanto para unos como para otros y los ingleses llegaron a desarrollar un plan de toma de las islas si España tomaba partido descarado por los intereses alemanes. Pues el autor se ahorra toda esta trama de un pistoletazo – salva, por supuesto al personaje, pero lo saca mágicamente del embrollo y cierra el libro –. 

Este es un punto en contra de esta novela, que tiene a favor, de entre las tres de don Alfonso que he comentado, el ser la más claramente «novela». Con anclajes en la realidad histórica las tres, en esta, sin embargo, no pretende ilustrar una serie de sucesos o estados de ánimo de las islas con respecto a la metrópoli y el momento histórico, como así ocurría en las otras dos. Si en aquellas el punto de vista era interior y de observador hacia lo exterior, es decir, lo importante eran las descripciones de las diferentes situaciones, en esta percibo un punto de vista exterior que nos da cuenta de un personaje, desde luego que en su contexto histórico, pero donde este contexto es el complemento, el foco está puesto en el personaje. Cuidado, en equinoccio, también parece que el personaje central es el capitán Antonio de Silva y Sotomayor, pero si nos damos cuenta, este es solo una excusa para moverse por las diferentes situaciones que el narrador está interesado en relatar. Aquí el personaje es lo que pretende relatar y lo anecdótico es la ambientación histórica en la que lo sumerge. 

En cuanto a la historia, yo diría que se le presta más atención a los tejemanejes que realizan los alemanes, en la preparación de su próxima guerra, y en la influencia «política» que tienen, que en describir los horrores de la retaguardia, con las detenciones, confinamientos y fusilamientos de los sospechosos de enemistad con el nuevo régimen. Una tesis que más o menos sostiene la novela es la de que esta represión contra todo elemento mínimamente sospechoso de izquierdismo o de oposición al alzamiento y al nuevo sistema político que se impone, fue sistemáticamente rigurosa, precisamente por la influencia alemana, que deseaba mantener a las islas como un territorio «seguro» frente a posibles sublevaciones con alguna hipotética ayuda de los ingleses, también muy arraigados en la isla. No obstante, los ejemplos de «sacas» nocturnas perpetradas por las pomposamente llamadas Brigadas del Amanecer, aquí son descritos casi como un divertimento de los señoritos como colofón de sus colosales juergas nocturnas. 

Otro elemento que ubica la trama en un contexto realista son los personajes que rodean al autor, que por una vez son nombrados con sus nombres reales, aunque sin destacar su figura como relevantemente histórica. Por ejemplo el personaje más conocido es Néstor, que aquí figura como secundario, junto con un tal Regalado, que hace alusión a un arquitecto tinerfeño que, desconfiando de su situación en su ciudad natal, a raíz del alzamiento y dada su condición de homosexual, se refugió en la ciudad  de Las Palmas; este arquitecto sería José Enrique Marrero Regalado, que firmó , aquí el Las Palmas, el proyecto del llamado Frontón, que estaba en la calle León y Castillo. Otras muchas obras suyas podemos observar en Tenerife, como el famoso mercado que llaman La Recova. El tercer personaje que he conseguido identificar como real es el tal Rafael, el amigo de Pablo que es quien le acoge en su casa de verano de Las Canteras. Este personaje es médico psiquiatra, exactamente como el padre del autor, que también se llamaba Rafael y que por cierto era mencionado en un relato de Emilio González Déniz en su Crónicas del Salitre.

En cuanto al estilo, en esta novela abandona los experimentalismos de las otras dos novelas y se muestra claro y directo en todo momento, con sus descripciones, sus diálogos, sus reflexiones de los personajes. En fin, ya adopta una tercera persona tipo narrador invisible – las dos anteriores estaban escritas en primera persona, en Equinoccio el propio narrador era un personaje – y no nos distrae con complicaciones estilísticas que fue de lo que me quejé con las anteriores. Esta sí que es una novela para sumergirse en ella si uno tiene la paciencia juvenil de hacerlo (por lo menos la que yo tenía antes, de pasarme horas y horas sin despegar los ojos del libro, así me levantaba sonámbulo luego y confundiendo, como don Quijote, realidad con ficción). La novela tiene densidad, los personajes reflexionan sobre diversos temas, tanto políticos como sociales, o mismamente culturales y psiquiátricos. El personaje se encuentra en una situación compleja y eso le hace plantearse dudas. Lo malos no son propuestos como unos demoníacos seres, ni los buenos son unos héroes sacrificados y conscientes de su entrega, en fin, no es una novela de arquetipos sino  que está planteada en términos bastante realistas. A mí me ha resultado interesante leerla y la peor pega que puedo ponerle es que se quedó a medias, se cortó bruscamente cuando toda la situación estaba ya planteada y ahora procedía enfrentar el desarrollo, la complicación, el llamado nudo, que se nos escamoteó  bruscamente. 

No obstante, es una novela que recomiendo, por los elementos que despiertan nuestra curiosidad. Yo desconocía a los personajes de Rafael O’Shanahan y de José Enrique Marrero Regalado y esta novela me ha propiciado el arcercarme a ellos, también se mencionó otro personaje curioso, Elsa Wolf, que por lo visto fue una judía alemana que huyó de su país, cuando las represiones contra los judíos, poco antes de iniciarse la guerra, y acabó en Telde donde se casó. Winkler, (¿Winter?) la menciona porque los alemanes supuestamente la denunciaron como comunista y fue detenida con su marido. Los condenaron a todos a muerte, pero a ella le conmutaron la pena por 30 años de cárcel. Buscando información sobre ella me encuentro que hace un año se presentó un Colectivo Antifascista  con su nombre .

Cierro con esto el ciclo de lecturas de Alfonso O’Shanahan y quedo a la espera de la siguiente inspiración, aunque ya me bajé de la estantería de arriba un libro de Luis León Barreto, siempre mencionado cuando se habla de la literatura de los ochenta. Es, tal vez, hora de que le eche un vistazo, y más después de que me hubiera emocionado, literalmente, un relato suyo que leí en Narrativa Canaria última, aquella antología de Ricardo García Luis de 1987. 


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