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miércoles, 19 de abril de 2023

9 Corto, de CJ. Nieto


Ya lo dije en el post anterior: novela negra. En esta novela no hay policías y tampoco investigadores. Hay, sí, empresarios – empresarias – abogados, gatos y sicarios colombianos. Mucho estilo, también, con la empresaria y el abogado. Apartamentos de lujo, comida sana, lechuga y agua embotellada. Cuatro tipos de lechuga, y el agua embotellada, importada. La empresaria es el núcleo de este relato, mala. Ella contrata al sicario, pero la operación se complica. Tal vez no es tan mala, solo son negocios. Y que el otro empresarios es un idiota, listillo. Pero las cosas se complican,  el sicario se desmanda. Y hay que recurrir a la ayuda del abogado. Tipo resolutivo, frío, y gay si eso es relevante. Al final todo sale bien para la empresaria audaz. El abogado, gay, cobra sus justos honorarios, más plus. Quedan amigos, ya nos llamamos si eso, o no. Y la policía, tonta, se traga toda la trama. En cuanto al gato, mira, observa, maúlla, y narra. ¿Y de quién es?, los gatos no tienen amo.

La verdad es que me ha costado construir este parrafito. Escribir todo un libro de esta manera tiene su mérito. La construcción de la trama tiene su complejidad, está muy bien. Sin embargo, se trata de una novela de género, en el sentido de que no va más allá. Es puramente eso. Y yo comparto la opinión, implícita en la pregunta, que el profesional del mundo de la editorial le hizo a Alexis, según este cuenta en el prólogo, la novela negra es literatura porque está escrita, pero por poco más.  Es un tipo de novela, por contradictorio que parezca, poco comprometida con la vida. Esto de denunciar la maldad del ser humano, de denunciar los tejemanejes de los empresarios, las corporaciones internacionales que maquinan, traman, manipulan, está tan estereotipado que ha dejado de tener un sentido crítico, como las películas americanas, que por mucho que parezca que están criticando su modo de vida, el yanqui, lo que están haciendo es publicitándolo.  Me pareció más intensa la primera novela de esta mujer, Las truchas sin freir, que allí no lo dije pero me emocionó el final. 

No obstante, en esta su segunda novela, y la tercera ya está por ahí, Sin aditivos, que también es negra, esta mujer demuestra, primero, una capacidad muy seria de sentarse a escribir, segundo una soltura, que le permite hacerlo con juego, con gracia, y tercero y más importante, una imaginación bastante bien formalizada para construir unas historias redondas y complejas. 

A pesar de mi poca afición por los géneros, no los desdeño; pero me interesaría más si , además de por la cuestión estilística, que de por sí me llama la atención, se saliera de ellos y escribiera, digamos, menos sometida a ellos, más libre.  Digamos, si siguiera los pasos de un Chandler en novela negra o un Bradbury en ciencia ficción. 

Y poco más tengo que decir. Saludos. 



















sábado, 15 de abril de 2023

Las truchas sin freir, de Carmen J Nieto

Tenía curiosidad por esta autora, pero como siempre, lo voy dejando para después, y ya va por su tercera publicación. Esta novela es su primera, la segunda, de la que también hablaré es 9 Corto, una novela negra, prologada, por cierto, por el difunto Alexis Ravelo. Y la tercera es, parece ser, también, una novela negra, Sin aditivos, que está actualmente en fase de presentación. 

Lo que me llamó la atención de esta autora fue que pusiera en práctica, según declara, procedimientos extra literarios para escribir, que se impusiera, al estilo de los autores que formaron una vez el grupo francés Oulipo (Raymond Queneau, Gerorge Perec, como más relevantes) reglas de escritura al margen de lo literario, sin por ello descuidar el aspecto literario. Entre las más llamativas que recuerdo está la obra de Perec que organiza la descripción de personajes de alguno de sus libros siguiendo los saltos de caballo por un tablero de ajedrez. Otra obra suya está escrita, en francés, prescindiendo de la vocal “e”, que resulta de ser la vocal más utilizada en esa lengua, lo que le obliga a construir frases perifrásticas para nombrar las cosas más banales (no he leído esa novela) – Y en realidad no conozco mucho más, recuerdo haberme emocionado con los cien mil millones de poemas de Queneau, y creo que aquel autor, Milorad Pavic, del Diccionario Jázaro, si no directamente algo tenía que ver con este grupo – el Diccionario Jázaro es una novela escrita en forma de diccionario – .

En fin, me gusta la gente que juega, que no se toma demasiado en serio sin que eso signifique que deje de hacer las cosas todo lo bien que pueda llegar a hacerlo. Me gusta que la actitud de la autora sea humilde, sin falsas pretensiones, al menos esa es la impresión que da en las entrevistas, frente a otros autores que parecen vestir de púrpura cada vez que presentan un libro. 

Esta es una novela social. Muy sencilla de factura, sin complicaciones, un relato muy lineal, sin elementos comerciales llamativos, quiero decir, es una pura narración sin el prurito de buscar la atención del lector con exageraciones, sin truculencia, sin escándalos, sin moralinas. De hecho uno la lee, con esa neutralidad con que está escrita, y se pregunta ¿qué es lo que pasa?, ¿a qué tanta intensidad? Y desde luego que hay trama. Hay un conflicto moral que tiene que ser resuelto, pero está contado de una manera tan neutral que a uno, lector, le toma de sorpresa cuando ese conflicto se manifiesta. Quiero decir que, generalmente, nos suelen ir llevando de la mano para que sintamos las emociones que «deben ser sentidas» para que la trama sea comprendida, y uno a medida que va leyendo se pone de una parte o se pone de otra, generalmente de la parte que le interesa al narrador. Yo creo que aquí, la autora sabe ponernos en una situación de neutros espectadores y de pronto, en nosotros estalla el conflicto casi con la misma sorpresa con que estalla dentro de la vida de los personajes. Eso me ha parecido muy logrado. 

Hay una especie de guía de desarrollo de la trama, manifiesta claramente en la enumeración de capítulos como si se trataran de los pasos a dar para elaborar una receta, que está relacionada con la cocina, con las labores de guisar. Y en efecto, la cocina es un elemento clave aquí. En ella se desarrollan los principales momentos de conflicto. La cocina es como el lugar de meditación, la vía de escape de las tensiones. El comienzo y el final, por cierto, han quedado muy bien atados a través de ese lugar y a través del proceso de confeccionar las truchas, esta pasta navideña, que es descrito con todo detalle, incluyendo los cambios introducidos por las nuevas épocas (mantequilla en lugar de manteca de cerdo, por ejemplo)

Otro elemento a destacar es el ambiente social, es importante en este libro el lugar, Montaña Cardones. Y aunque no se trata de una recreación histórica, es eso lo que se consigue, pero una recreación muy naturalista, sin resentimientos de clase o históricos, sin amarguras ni falsas idealización, una representación muy al natural, absolutamente carente de histrionismos. Me asombra porque pareciera que solo podemos mirar el pasado o para engrandecerlo como si hubiera sido la época dorada de nuestros sueños perdidos o para denostarlo como si hubiera sido el infierno de degradación y espanto al que hemos conseguido sobrevivir. No, este es un relato en el que se revisita el pasado como fue, el trivial presente de la época anterior. 

Como primera novela me parece muy lograda, sin los defectos típicos de los primerizos que suelen ser las exageraciones, los estilismos, el vocabularismo refinado, el exceso de voluntarismo en «hacer literatura», nada de eso está presente en esta obra, escrita con mucha mesura y con mucho sentido común. 

La obra en sí no es nada llamativa, eso también es verdad, no se queda en uno una sensación de gran obra, de buena novela, de exaltación tras su lectura. Pero desde luego sí de completitud, de no haber sido engañados, de honestidad literaria. Eso es más que suficiente.