domingo, 26 de febrero de 2023

La Gesta, de Juan Ignacio Royo

 

Autor completamente desconocido para mí. Del cual había leído escribir a Jesús Rodríguez Castellano, pero sin animarme a buscar algún libro suyo. Después él se lo recomendó explícitamente al Polillas, que lo comentó en su blog, y aquí estoy leyendo yo el volumen del Polillas. Todo hay que decirlo. Pero me ha gustado mucho y eso me motivará profundizar en el autor y, quién sabe, a lo mejor me compre alguna vez un libro suyo. Comprar libros me parece innecesario habiendo bibliotecas y no habiendo hueco en mi casa donde ponerlos. No tengo ningún afán coleccionista, pero tampoco me siento con ánimo de tirar libros a la basura, es más, recojo libros que otros tiran a la basura. … (hilo interrumpido)

La Gesta es una recreación de las heroicas jornadas durante las cuales el valeroso pueblo de Santa Cruz rechazó los ataque del fiero corsario inglés Horacio Nelson, el cual perdió un brazo en esta batalla, sin conseguir su propósito de … cualquiera que fuera, no sé si simplemente asolar la ciudad, robar mercancía, pedir un rescate o reclamar la isla para su reina. 

No obstante la recreación que realiza Juan Ignacio Royo es lo menos heroica que pueda concebirse, llegando a sugerir una victoria azarosa, casi por descuido o por caos, que no KO. Donde el principal papel defensor lo interpretan una partida de franceses que se habían refugiado en la ciudad precisamente huyendo de la flota inglesa. Otra sugerencia en la novela de J.I.R es que entre la aristocracia, que también formaba la oficialidad de las milicias, había poca motivación para impedir la invasión inglesa, que eran los principales destinatarios de sus transacciones comerciales. Esta invasión prometía grandes beneficios para estos terratenientes que acumulaban pipas y pipas de vino en sus bodegas en espera de ser vendidas a sus principales clientes, los actualmente enemigos. 

Con estos ingredientes, la novela se convierte en una irónica descripción de la batalla, donde los soldados de la milicia popular enfrentan a los ingleses más alentados por los franceses mencionados – henchidos todavía de su revolución popular y su odio eterno al país vecino – que por sus propios oficiales, que se esconden detrás de los muros del castillo o debajo de las faldas de sus mujeres. 

A todo esto se le suma el hambre que asolaba la ciudad debido al bloqueo inglés y que desalentaba aún más a los defensores de la ciudad, a muchos de los cuales tanto les daba estar bajo una bota como de otra, hablase castellano o inglés,  el hambre no distingue idiomas. 

J.I.R tiene un estilo muy claro, muy transparente, también, deslizando alguna que otra palabreja popular que pasa desapercibida por lo naturalmente integrada. Se mete uno en la lectura de una manera tal que se le pasan los pasos de peatones de largo y sigue uno andando acera adelante hasta que se da cuenta de que la acera se acaba y empieza la calzada. No hay capítulo que no avance la trama, que se desfleca en varias subhistorias, siendo las descripción de las proezas guerreras las menos importantes, distraídas siempre por las otras subtramas, lo que me parece un recurso magnífico para evitarse tener que entrar a saco en la descripción de una batalla, que de todas maneras no se echa de menos porque no es el propósito de esta historia, cuyo título, después de leerla provoca media sonrisa.

Entre las otras tramas que se entrecruzan está la aparición de un misterioso “monstruo” u hombre que sale de las aguas cuyo papel en la narración no consigo yo ubicar, pero nos lleva a diversos lugares donde se desarrolla la misma batalla, aunque él, personalmente, permanece completamente ausente ante todo lo que sucede a su alrededor. Uno de los lugares adonde nos lleva es al mismo camarote donde los médicos tratan de curar las heridas del almirante, y hace responsable a nuestro monstruo de arrebatarle el brazo a Nelson, con el frívolo propósito de quedarse con el anillo que lleva puesto. Cuya devolución será luego la condición para la retirada de los ingleses. Tenemos también un aristócrata rijoso que hasta corteja a la misma Muerte y un cura ilustrado, al que la muerte ni siquiera le ofrece la posibilidad de retractarse porque de todas formas el cura no cree en el infierno al que está destinado. En fin, una costurera que se prenda del monstruo, historia en la que algunos han querido ver una evocación de la Bella y la Bestia (ver los comentarios al Polillas).

En resumen. Se trata de una novela sorprendente, entretenida y divertida. No la consideraría una novela humorística, sino una novela irónica, con mucho humor implícito, en la propia forma de narrar. Probablemente bastante fundada históricamente – al menos a partir de lo que leo en la wikipeda, que es lo poco que conozco acerca de la auténtica Gesta – pero sin querer en absoluto pasar por una novela histórica de rigor. Queriendo, eso sí, hacer una pequeña burla de esas jornadas épicas de las que tan orgullosos se muestran en la capital vecina. 

Tenemos nosotros aquí una gesta semejante, que en nuestro caso siempre se consideró derrota, aunque en el relato de Ángel Sánchez, ( Cenizas del paraiso) uno termina con la sensación de que fue una derrota pírrica, teniendo en cuenta que los propósitos de los holandeses al abordar la ciudad no se cumplieron y tuvieron que marcharse apenas con las migajas que dejaron los habitantes de la ciudad al huir hacia el interior. El relato de don Ángel es mucho más serio y dramático, más notarial que el de Royo, que yo prefiero, porque tengo más tendencia a la desacralización de la historia que a su rigurosa reconstrucción. Tal vez no es desacralización sino casi lo contrario, mitificación, es decir, la creación de una construcción narrativa que sustituya a la auténtica y banal historia de los hechos, lo que prefiero, porque esa construcción narrativa dice más de nuestra actualidad.

Me ha interesado mucho este autor al que voy a continuar leyendo a poco que siga tropezándome con sus novelas. 


Juan Ignacio Royo 1956

La Vega llena de pájaros, cuento, (1995)

El sacrificio (1988)

El fulgor del barranco (2010)

Puerto Santo (2013)

Mejor cuando improvisas (2015)

Un carnaval amargo (2016)

sábado, 25 de febrero de 2023

Memorial de A.D., de Luis León Barreto

Hurgando en mis estanterías me tropiezo con este libro de don Luis de 1978, creo que su segunda novela, siendo la primera Ulrike tiene cita a las 8. Después vendrían una tonga más, que este hombre ha resultado muy prolífico, entre ellas tal vez la más mencionada, La espiritistas de Telde, que fue seleccionada para formar parte del canon de la Biblioteca Básica Canaria, que también forma parte de mi exigua colección, y por triplicado. A esto debo añadir La casa de los picos, novela que compré en su momento después de descubrir – yo soy de ciudad alta y hasta casi la universidad no frecuenté la ciudad baja, a lo que añadimos que en aquellos primeros tiempos me atraía más la zona del puerto que la de de Vegueta – esa llamativa y misteriosa construcción en los altos de San Roque.

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El Memorial sería, como indica el título, el recuerdo o repaso esquemático, rápido, de una vida que se extingue en el capítulo cero, en un accidente de tráfico con que se abre el libro, así, de sopetón. Piensa uno, al final, en esa vida entera que dicen que pasa por delante de uno cuando está a punto de estirar la pata, – algo más espectacular si la cosa ocurre tras un accidente de coche, pero no es cuestión de entrar en detalles acerca de lo que sale y lo que entra en el cuerpo colaborando a la huida de la vida –.


Por veloz, estos recuerdos no pueden ser, forzosamente, muy detallados, centrándose en momentos luminosos (luz del recuerdo, que la mente caprichosa olvida y rememora por razones poco objetivas) por la razón que sea, pero recorriendo la infancia, la adolescencia, la juventud y la madurez hasta este punto final, e iluminando, con destellos apenas vertiginosos, pero reconocibles, una época en nuestra tierra, que en estos detalles de una vida privada en los años de los que se trata, entre los cincuenta y los setenta en una grisácea ciudad de provincias en el petrificado régimen franquista, se podría aventurar que apenas se distinguiría de cualquier otra vida en cualquier otro lugar de nuestra geografía: infancia callejera, con pandillas de amigos, colegio de curas, primeros tanteos con las chicas, la juventud, años convulsos políticamente, la llegada del turismo, las suecas, compromisos políticos, huelgas, manifestaciones, expectativas por el fin del régimen, desengaños, madurez, retorno a las querencias burguesas.

Paralelamente y con igual celeridad y mucha menos precisión – y quizá porque el autor se da cuenta de aquello que digo, y queriendo introducir el toque de canariedad que toda obra local debe contener o no habría de llamarse propiamente literatura canaria –, entrelazando e integrando y confundiendo sucesos dispersos, pero dando una idea general de lo que fue, se hace un repaso de la historia insular desde la época de la conquista hasta el siglo XIX más o menos identificable. 


El estilo es bastante preciso, no sin cierto adorno, pero sin llegar a perderse en la forma, cito aleatoriamente: 

la tarde está coronada por una lona de nubes portadora de una lluvia que siempre se malogra y la ciudad permanece asfixiada por su vaho cotidiano.


Sin embargo, sí, algunos párrafos delatan los comienzo poéticos, y la influencia experimental de los tiempos, esto lo desarrolla señalándolos convenientemente en cursiva, supongo que para advertir a los lectores impacientes de que pueden saltárselos sin sacrificar la continuidad del relato: 


Y RECUERDAN QUE NACIERON DEL VIENTRE DEL SOBRESALTO: oían comunicados del levantamiento que padecieron sus padres...

Habían venido de la misma indigencia de pan y borrajas…

Formaron parte de una muchedumbre dispuesta a cambiar de corazón tras el advenimiento de los progresos de la renta…


de-sa-ta-do, vacío en una ascensión perfecta: nada te retiene: apurando al máximo: a fondo: ligero en el trampolín de los sentidos: la colilla abrasándote las yemas:… 


Repasándola ahora para hablar de ella, tal vez la he leído, otra vez, con demasiada precipitación. Tal vez es la forma en la que se deja leer. La sensación final es de que se queda corta, de que no termina de desarrollar todo lo que pulsa dentro. Que por otra parte también ha sido muy relatado, me viene a la mente sin ir más lejos, la novela de Jose Antonio Padrón, Tubalcaín, o la de Alemany, Los puercos de Circe. Esta se queda corta, narrativamente hablando, al lado de esas, no en estilo, que aquí se explota más el juego literario, el revoloteo de la expresión, donde en aquellas no se permitían más que la expresión justa para describir la imagen que se pretendía. 

No es por hacerla de menos, supongo que también es víctima de una serie de lecturas que no acaban de dejarme del todo satisfecho, sin que ello signifique mengua de esas novelas. Pero sí, les falta, le falta densidad, le falta completitud, a mi juicio, estando bien lo que está, no está completa. 

No obstante es perfectamente recomendable. Me parece que don Luis escribe con solvencia, no noto cojeras, defectos que me desagraden en su escritura, tics, que a menudo se encuentran en otros autores y que no dudo que mantienen porque creen que esa es la forma de identificar su estilo, cuando yo soy de la opinión que un estilo no se construye, brota de una obra y de un modo de hacer continuado, no es espontáneo, pero tampoco es elaborado.

Bueno, no continúo que me dejo llevar por las hipótesis descontroladas y luego me contradigo en las siguientes reseñas acerca del mismo autor, que vendrán, porque tengo ya curiosidad por releer las espiritistas.


sábado, 11 de febrero de 2023

Solsticio de verano, de Alfonso O’Shanahan

 

Ambientada en los comienzos de la Guerra Civil Española en Las Palmas. Pablo o Pedro (ambos nombres usa, uno real y el otro ficticio), un profesor de la universidad de Salamanca, amigo de Unamuno, se refugia en Las Palmas, donde tiene amigos que lo acogen, por temor a los desmanes que están cometiendo los falangistas en Salamanca.

En L.P. comienza a colaborar con un comerciante canario, por tener un poco de independencia de los amigos. Este comerciante le propone un encargo que debe realizar con mucha discreción. Ha de servir de enlace con un alemán que reside en Fuerteventura (un tal Winkler). Así, Pablo o Pedro, que es una persona nada afecta al alzamiento franquista, desde luego nada afecta a cualquier dictadura y dudando muy mucho de las bondades del nazismo, acaba colaborando con los alemanes en los preparativos, de cara a un inminente inicio de la guerra en Europa, de una base de suministros de submarinos en la isla de Fuerteventura.

Este sería el argumento. Tengo que decir que se queda un poco cojo, pues la novela termina abruptamente en un momento en que todo está por desarrollar. Por lo menos a uno le queda una sensación de final precipitado, cuando se prevé, o se impone a este comienzo, toda una compleja trama de espionaje y contraespionaje. Canarias, y Las Palmas en este caso, es una idea muy asumida, no sé si completamente documentada , durante la guerra fue un punto de tensión a este respecto. Parece que la importancia de las islas en la seguridad del Atlántico era crucial tanto para unos como para otros y los ingleses llegaron a desarrollar un plan de toma de las islas si España tomaba partido descarado por los intereses alemanes. Pues el autor se ahorra toda esta trama de un pistoletazo – salva, por supuesto al personaje, pero lo saca mágicamente del embrollo y cierra el libro –. 

Este es un punto en contra de esta novela, que tiene a favor, de entre las tres de don Alfonso que he comentado, el ser la más claramente «novela». Con anclajes en la realidad histórica las tres, en esta, sin embargo, no pretende ilustrar una serie de sucesos o estados de ánimo de las islas con respecto a la metrópoli y el momento histórico, como así ocurría en las otras dos. Si en aquellas el punto de vista era interior y de observador hacia lo exterior, es decir, lo importante eran las descripciones de las diferentes situaciones, en esta percibo un punto de vista exterior que nos da cuenta de un personaje, desde luego que en su contexto histórico, pero donde este contexto es el complemento, el foco está puesto en el personaje. Cuidado, en equinoccio, también parece que el personaje central es el capitán Antonio de Silva y Sotomayor, pero si nos damos cuenta, este es solo una excusa para moverse por las diferentes situaciones que el narrador está interesado en relatar. Aquí el personaje es lo que pretende relatar y lo anecdótico es la ambientación histórica en la que lo sumerge. 

En cuanto a la historia, yo diría que se le presta más atención a los tejemanejes que realizan los alemanes, en la preparación de su próxima guerra, y en la influencia «política» que tienen, que en describir los horrores de la retaguardia, con las detenciones, confinamientos y fusilamientos de los sospechosos de enemistad con el nuevo régimen. Una tesis que más o menos sostiene la novela es la de que esta represión contra todo elemento mínimamente sospechoso de izquierdismo o de oposición al alzamiento y al nuevo sistema político que se impone, fue sistemáticamente rigurosa, precisamente por la influencia alemana, que deseaba mantener a las islas como un territorio «seguro» frente a posibles sublevaciones con alguna hipotética ayuda de los ingleses, también muy arraigados en la isla. No obstante, los ejemplos de «sacas» nocturnas perpetradas por las pomposamente llamadas Brigadas del Amanecer, aquí son descritos casi como un divertimento de los señoritos como colofón de sus colosales juergas nocturnas. 

Otro elemento que ubica la trama en un contexto realista son los personajes que rodean al autor, que por una vez son nombrados con sus nombres reales, aunque sin destacar su figura como relevantemente histórica. Por ejemplo el personaje más conocido es Néstor, que aquí figura como secundario, junto con un tal Regalado, que hace alusión a un arquitecto tinerfeño que, desconfiando de su situación en su ciudad natal, a raíz del alzamiento y dada su condición de homosexual, se refugió en la ciudad  de Las Palmas; este arquitecto sería José Enrique Marrero Regalado, que firmó , aquí el Las Palmas, el proyecto del llamado Frontón, que estaba en la calle León y Castillo. Otras muchas obras suyas podemos observar en Tenerife, como el famoso mercado que llaman La Recova. El tercer personaje que he conseguido identificar como real es el tal Rafael, el amigo de Pablo que es quien le acoge en su casa de verano de Las Canteras. Este personaje es médico psiquiatra, exactamente como el padre del autor, que también se llamaba Rafael y que por cierto era mencionado en un relato de Emilio González Déniz en su Crónicas del Salitre.

En cuanto al estilo, en esta novela abandona los experimentalismos de las otras dos novelas y se muestra claro y directo en todo momento, con sus descripciones, sus diálogos, sus reflexiones de los personajes. En fin, ya adopta una tercera persona tipo narrador invisible – las dos anteriores estaban escritas en primera persona, en Equinoccio el propio narrador era un personaje – y no nos distrae con complicaciones estilísticas que fue de lo que me quejé con las anteriores. Esta sí que es una novela para sumergirse en ella si uno tiene la paciencia juvenil de hacerlo (por lo menos la que yo tenía antes, de pasarme horas y horas sin despegar los ojos del libro, así me levantaba sonámbulo luego y confundiendo, como don Quijote, realidad con ficción). La novela tiene densidad, los personajes reflexionan sobre diversos temas, tanto políticos como sociales, o mismamente culturales y psiquiátricos. El personaje se encuentra en una situación compleja y eso le hace plantearse dudas. Lo malos no son propuestos como unos demoníacos seres, ni los buenos son unos héroes sacrificados y conscientes de su entrega, en fin, no es una novela de arquetipos sino  que está planteada en términos bastante realistas. A mí me ha resultado interesante leerla y la peor pega que puedo ponerle es que se quedó a medias, se cortó bruscamente cuando toda la situación estaba ya planteada y ahora procedía enfrentar el desarrollo, la complicación, el llamado nudo, que se nos escamoteó  bruscamente. 

No obstante, es una novela que recomiendo, por los elementos que despiertan nuestra curiosidad. Yo desconocía a los personajes de Rafael O’Shanahan y de José Enrique Marrero Regalado y esta novela me ha propiciado el arcercarme a ellos, también se mencionó otro personaje curioso, Elsa Wolf, que por lo visto fue una judía alemana que huyó de su país, cuando las represiones contra los judíos, poco antes de iniciarse la guerra, y acabó en Telde donde se casó. Winkler, (¿Winter?) la menciona porque los alemanes supuestamente la denunciaron como comunista y fue detenida con su marido. Los condenaron a todos a muerte, pero a ella le conmutaron la pena por 30 años de cárcel. Buscando información sobre ella me encuentro que hace un año se presentó un Colectivo Antifascista  con su nombre .

Cierro con esto el ciclo de lecturas de Alfonso O’Shanahan y quedo a la espera de la siguiente inspiración, aunque ya me bajé de la estantería de arriba un libro de Luis León Barreto, siempre mencionado cuando se habla de la literatura de los ochenta. Es, tal vez, hora de que le eche un vistazo, y más después de que me hubiera emocionado, literalmente, un relato suyo que leí en Narrativa Canaria última, aquella antología de Ricardo García Luis de 1987.