lunes, 25 de julio de 2022

Las aventuras del capitán Hermes Norton. El tesoro del Van der Does, de Eduardo Reguera

 He leído Las aventuras del capitán Hermes Norton. El tesoro del Van der Does, de Eduardo Reguera. 



Es una novela de aventuras. Yo diría, muy orientada al sector juvenil, por el tono y la ligereza del estilo. Mucho tópico en expresiones, situaciones y personajes, pero que encajan perfectamente en el género literario que aborda. A mí me recuerda a esas novelas de John Buchan que alguna vez leí. Supongo que el recuerdo viene de que está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, con sus espías, sus nazis malísimos y su ambiente exótico. El ambiente exótico de la de Buchan era Turquía y la zona de los Balcanes en los primeros años de la guerra. El ambiente exótico de esta es la ciudad de Las Palmas. 

Es una ciudad de Las Palmas muy esquematizada. Nada de un Leopold Bloom paseándose minuciosamente por sus calles. Apenas aparece mencionadas un par de ellas (Peregrina, San Bernardo. Vegueta y su catedral, claro. La plaza de Santo Domingo;  el viejo puerto  en San Telmo. También menciona a Cofete, en Fuerteventrua, donde tiene su casa un tal Krüger. Alguna escena transcurre en Santa Brígida) y tal vez con poco rigor histórico-geográfico, pero no importa, porque no se trata de eso. También la historia está convenientemente manipulada para que se pliegue a las necesidades de la aventura. Están los nazis por ahí, que han tomado nuestra ciudad, asentando su cuartel general en el Castillo de Mata. Y espías ingleses y alemanes, claro.  Y luego está el tesoro, que le introduce el elemento Indiana Jones

El tesoro es supuestamente la acumulación de riquezas que dejó escondida en algún lugar el pirata Van Der Does tras su apresurada salida de la ciudad, no pudiendo derrotar a sus aguerridos defensores. Tampoco esto me parece muy ajustado históricamente, pero tampoco me importa un pepino. Todos estos elementos están escogidos para crear la ambientación, el misterio y la aventura. Este propósito está muy bien logrado y nos dan una novela perfectamente realizada dentro de su ámbito. 

Creo que es la primera novela que aborda el autor, pero no es su primera escritura, obviamente. Al autor lo conozco de leerle su artículos en el blog Retrografías,  que tratan de su inquieta curiosidad por el pasado de nuestra ciudad. Una curiosidad menos intelectual que física, material. Su preferencia son las antigüedades, al par que la historia que hay detrás de ellas, y de eso tratan generalmente sus artículos. Tiene otro librito publicado, El Comerciante de Ultramar, en el que recoge documentación e imágenes que reconstruyen la vida de un comerciante de Triana que es muy interesante, principalmente por el hecho de estar reviviendo a un personaje del pasado a través de sus cartas comerciales, y las referencia a él en los periódicos y otros medios; personaje que de otro modo sería completamente transparente para la historia. 

Este, de la aventura, sin más pretensiones que entretener, es un género poco trabajado en las islas, o al menos es un género que no suelo leer porque me produce mucha desconfianza.  Quiero decir que es un género que acostumbra a ser abordado por neófitos con más entusiasmo que preocupación por la escritura. Y generalmente los resultados no resultan muy alentadores, aun teniendo una buena historia que contar, precisamente por esa falta de preocupación por la forma de contarla. En este caso, Eduardo Reguera, la ha abordado de una manera bastante estereotipada, pero bien hecha, es decir, ha sabido transcribir perfectamente todos los elementos del género y generar con ello interés y emoción por lo que está contando.

A mí me parece que ha contado una muy buena historia, y que  no la ha contado mal. Aunque también me parece que podría haberla contado mejor, quiero decir, con más detalle, más verosimilitud, más complejidad en el desarrollo de la trama y la ambientación histórica dado su bagaje, es decir, sus intereses y conocimientos de primera mano de muchos detalles históricos de nuestra ciudad que están, por así decirlo, por debajo de la línea de flotación  de la historicidad, porque son cotidianos y banales. 

No obstante no me ha defraudado leer esta novela. Y no es descartable que la vuelva a leer, porque a mí también me fascinan las leyendas sobre túneles y galerías subterráneas secretas, tesoros ocultos, y antiguas edificaciones. 


Postdata: No hablo de Guía de una ciudad desaparecida, porque la acabo de descubrir, y me parece también muy interesante.