jueves, 27 de junio de 2019

Una conferencia en la Regenta de Jorge Lozano

Hola, chiquillos. Ayer fui a La Regenta a escuchar una conferencia de Jorge Lozano, semiólogo de reconocido prestigio internacional, lo que se notó por la afluencia de personal que acudió a llenar el local, tal vez un poco escurrido para personajes de tal magnitud.
El título de la conferencia fue, El lector, el observador, el espectador en la obra de arte, y no me pareció muy elaborada, o tal vez era tan elaborada que no supe apreciar todos los matices. No es que fuera que el tono del conferenciante era muy distendido, muy ameno, muchos chascarrillos y anécdotas, y que se dirigiera a menudo a conocidos en la sala, que le quita solemnidad a una conferencia y me parece bien, aunque me pareció notar un bastante de lucimiento, de dejarse admirar, pero no, sino que la conferencia me pareció como poco estructurada, poco precisa en la exposición y no estoy seguro que muy clara en los objetivos. Yo saqué, naturalmente, mis propias conclusiones a partir de lo que se dijo, pero no estoy nada seguro de que esto que viene a continuación fuera lo que se quería decir.
A partir del título podemos deducir que se trata de resaltar la importancia del espectador. La idea que se maneja, creo, es la de que no hay obra sin espectador. A mí esto me parece obvio, es –digo yo– como decir: no hay color sin ojos, ¡pos vale! , pero si una personalidad de este talante se ocupa del asunto es que no debe serlo tanto. Pero es más que eso, la idea que quise comprender es que el espectador, al observar (leer, escuchar, …) la obra la reconstruye, o la completa, y por eso la obra no existe sin espectador o por lo menos está a medio hacer. Porque mencionó a Sherlock Holmes y otros, quise entender que habló de la contemplación (lectura, audición, ...) de una obra como la resolución de un caso en el que el autor ha ido dejando pistas para que el espectador vaya descubriéndolas y enlazándolas hasta dar con la solución del enigma, que sería, tal vez, la «comprensión» de la obra. Esta sería la segunda idea: una obra es la secuencia de pistas (...digo secuencia, plano, cubo…) que el autor sitúa estratégicamente para que el espectador juegue a descubrir al asesino. De ahí su insistencia, y esta sería la primera idea, en que el espectador es un elemento activo, no un mero contemplador, sino que debe hacerse preguntas y buscar las respuestas en la obra, o, como escuché decir el otro día en otro contexto, el cometido del espectador en la contemplación de una obra es descubrir cuales son las preguntas que está respondiendo el autor con aquella obra.
Y estas son las dos ideas a que me refería que pude sacar de aquella conferencia. Luego habló marginalmente de camuflaje. Como resumen, sucintamente vino a decir que el camuflaje era también una forma de plantear un enigma, puesto que se trata de mimetizarse con el entorno no formando parte de él, y el enemigo es retado a descubrir al infiltrado si quiere protegerse de su ataque. Al parecer, cuando se habla de camuflaje en arte podríamos estar refiriéndonos a lo que llamamos trampantojos, es decir, que tratan de engañar al ojo y retan al espectador a descubrir dónde está la trampa. Y, por otro lado, como anécdota, habló de cómo, a veces, el camuflaje es una forma de visibilizarse, como ocurre con los uniformes militares –los llamados «de faena»– que, cuando los vemos por la calle (fuera de su hábitat natural, que sería la selva o el desierto, allá para donde estarían diseñados a servir de camuflaje) nos están señalando o resaltando una situación con matices, cuando menos inquietantes, la presencia militar.
Esto es todo lo que pude sacar de la conferencia. Al final alguien planteó algunas cuestiones que no pude entender porque, para mí, eran un revoltillo en el que se incluía a Hannah Arendt y su frase pegote que, a fuerza de ser repetida siempre que se la menciona, uno duda de que siga manteniendo el mismo significado que ella le dio en su obra original, a lo que siguió una respuesta igual de confusa para mí pero donde el conferenciante confirmó mis inquietudes manifestando su duda acerca de que lo que quisiera expresar doña Hannah con aquello de la banalidad fuera exculpar de algún modo a los perpetradores de aquella masacre industrial.
Y bueno, con la misma brusquedad con que don Jorge dio por terminada la conferencia me levanté yo y me escabullí escaleras abajo atravesando las salas de exposición donde, por cierto, habían colgadas en las paredes una serie de cosas de esas que obligarían a un espectador (yo no lo fui por mucho rato, que llegué casi con el tiempo justo y me fui casi escopeteado) a estrujarse la esponja tratando de desentrañar cuál era la pregunta a la que estaba respondiendo aquel revoltijo.
Esta fue la primera de una serie de conferencias que van a tener lugar en la Regenta. Aquí pongo la referencia por si quieren (sinceramente, este uso de la tercera persona del plural me parece pretencioso, dudo que esto tenga un plural de lectores, sería más propio poner quieres y pensar que me estoy refiriendo a un yo del futuro) leer más información sobre el asunto.

miércoles, 5 de junio de 2019

Dime quién fui de Elisa Rodríguez Court


Una mujer asiste a los últimos días de su padre, el cual está aquejado de alzhéimer o demencia senil. La particularidad es que el padre se fue de casa cuando era ella niña y no lo había vuelto a ver hasta que reaparece ya con síntomas de su decadencia. En el proceso de acompañarlo en su declive ella va recuperando, al menos en su propio ánimo, al padre.
Yo creo que con esto se resume completamente la novela. Sin embargo, como toda buena novela es bastante más que esto. Es por ejemplo una técnica que yo no había visto, aunque, me da la impresión de que como todo lector, sí que había pensado también en ello, que consiste en salpicar todo el relato de abundantes citas que condensan el momento o lo reinterpretan o incluso dirigen la trama en determinada dirección. La personaje se declara lectora contumaz e incluso coleccionadora de citas lo que integra pertinentemente la introducción de esa multitud de referencias en la trama. Uno imagina que es la propia personaje la que recuerda, en esos instantes, la frase pertinente.
El otro aspecto que me parece interesante es el de la relación con el acompañamiento a los enfermos. Todos los que hemos, de un modo u otro, asistido a la decadencia y muerte de un familiar, del padre en concreto (hay muchos libros que tratan sobre eso, sobre la asistencia a la decadencia y muerte del padre, no tanto de la madre, ¿por qué será? ¿Se morirán todas las madres de sopetón, en silencio, sin ruido, mientras que los padres se mueren siempre haciendo alharacas padeciendo y haciendo padecer mucho?) nos vamos a sentir en cierto modo identificados.
Y por otra parte, el reflejo de lo que son las vivencias de la personaje en sus lecturas aporta una reflexión acerca de la literatura como acompañamiento y puntualizacion de la vida, enriqueciéndola, dándole una cierta grandeza que la propia vida en su pasar indiferente, no tiene.
El estilo de la autora es muy limpio, nada afectado. Simple y directo. Percibo un tono de gran escritor, no sé como decirlo, sentencioso, falto de humor, seguro, confiado, sin el impulso de inflarlo para darle empaque de literatura, confiando en la propia expresión. En parte ese tono señorial se lo dan también la abundancia de referencias, naturalmente escogidas de autores de reconocido prestigio. Y resulta elegante sin poder decir que sea lucido. O tal vez sí lo es, lo que no es es ostentoso. He creído detectar una cierta tendencia a escribir en forma de citas a su vez, es decir, frases con una cierta compacidad aislable del contexto en el que están insertas, o tal vez es la tendencia que adquiere uno al leer tantas citas de, a su vez, buscar trozos destacables en el propio texto.
A continuación siguen una serie de extractos de la propia autora, que de algún modo determinan mi propia lectura del texto.

“las citas adquieren un montón de significados según el contexto”, p35
“vengarme de las falsas certezas”, p36
“parecía insólito que redujera el amor a un sentimiento fraterno”,p38
“los escritores que, reconociendo la esencia bárbara, sin sentido y muda de la realidad, intentan darle voz”, p43
“la impaciencia del corazón, deseoso de liberarse cuanto antes de sentimientos penosos”, p43
“cuando no se puede rectificar un pasado, todo posible perdón llega tarde”, p45
“parece que necesitara sentirme irreemplazable”, p47
“ese instante va a sobrevivirle cuando muera”, p67
“a quien iba a preocuparle un hombre que desapareció joven y regresó viejo”, p76
“le muestro a la gente mi mejor lado cuando me colmo de literatura”, p83
“como alguien a quien se entrega un espejo y se niega a mirarse en él”, p110
“parecía referirse a las cosas y al cuerpo como un préstamo de la muerte”, p130
“todo parece gratuito, bañado en las aguas de la provisionalidad”, p134
“me donó las ruinas de su memoria”, p138
“por qué esa necesidad de apresurarnos en una huida constante”, p141
“mientras tanto la vida se sigue sucediendo, indiferente a los planes de la gente”, p141
“en las orillas de la muerte… todo afán pierde sentido. Nada importa”, p142
“¡pero si nos morimos en cualquier santiamén, sin más!”, p145
“lo fui recuperando mientras lo perdía”, p150
“¿cómo engancharse a la literatura cuando no se siente la punzada de la vida?”, p152
“no soy capaz de escribir la buena literatura que leo”,p161

Por mi experiencia puedo decir que, refiriéndome a esta última, no tiene razón.