lunes, 18 de julio de 2016

Prototipo Humano, de Auxi Campos

El viernes fui a la representación de Prototipo Humano, de Auxi Campos, que forma parte de un proyecto, Estado de Sitio, que se está realizando en San Martín/CAAM. La actriz que la representó, Marta Viera. Aquí se describen los pormenores del proyecto.

No es que me desagradara, no, pero me pareció flojillo. Tanto el texto, que me pareció algo inconexo en relación con el tema que era un posible futuro distópico de la humanidad, como la actriz en sí que tenía esa falta de naturalidad de algunos, supongo, estilos de actuación que “visten” una pose de actriz/actor en lugar de buscar una naturalidad en la expresión. A mí me parece que esa actuación establecía un distanciamiento entre ella, la actriz, y el personaje, dándonos a todos los espectadores, por entre los cuales ella podía circular, pues no había propiamente un escenario separado del público, la “tranquilidad” de estar asistiendo a una representación teatral. Obviamente esto no es una regla, quiero decir, que ese distanciamiento está bien para otro tipo de obras; en este caso se trataba de un monólogo en el que el personaje se dirigía, precisamente, a nosotros, al público, que no éramos simplemente público, sino voluntarios de un experimento. (Por cierto, que a la entrada del espectáculo nos invitan a tomar un vasito con un líquido, que debemos mantener durante toda la obra hasta que al final brindamos como colofón al juramento que nos ha conminado a recitar el personaje. Tampoco vendría mal que el panfletillo que divulgaba la obra contuviera un texto que indicara al público cuál era su intervención en la obra, así se hubiera logrado una mayor implicación, al menos mía, que soy muy pazguato y temía que en cualquier momento la actriz me hiciera intervenir de alguna manera) Esta circunstancia, para mi gusto, exigía una mayor complicidad y naturalidad del actor con el público/voluntarios. Pero volviendo a la actriz, es muy probable que ella no advirtiera esa falta de naturalidad, y que de verdad estuviera sintiendo el texto como propio, pero a mí me incomodaba su dicción, y una expresión que no me parecía natural en ella aunque pretendiera serlo; esto último es más responsabilidad del texto que de la representación del mismo.
Ya digo que el texto tampoco me satisfizo. Hay secciones realmente íntimas, en las que la actriz hasta deja asomar una lagrimilla y tal vez son los momentos en los que mejor se desempeña, y hay momentos en los que desarrolla el tema de la obra, que es ese mundo en crisis, en concreto ceñido a esta isla, aunque no menciona exactamente el nombre de la isla. Pues a mí no me pareció que estuvieran bien engarzadas esas dos fases del texto. Y me pareció algo floja precisamente la parte en la que desarrolla la descripción del experimento, donde el personaje se pone más profesional. Tal vez cuando se pone íntima, hablando de sí, de su contexto familiar, está mejor logrado, para mi gusto. En resumen, no me pareció que todo estuviera bien cerrado, no me pareció un texto limpio, redondo.
Lo demás me parece anecdótico, es decir, que se desarrollara en la capilla -sí, tal vez exigía un local cerrado- que los asientos estuvieran cubiertos con plástico como si todo el local estuviera en obras -algo se alude a ello, aunque no lo pillé exactamente, tenía que ver con metalizar- y muy bien la invitación al chupito -que no sé si era chupito o agua porque ...¿ya hablé de mi pazguatería?- con la salvedad de que yo hubiera explicado mejor el papel del espectador/voluntario en el panfleto -el personaje lee un juramento que todos hemos de repetir, ¿por qué no reproducirlo ahí?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario