miércoles, 8 de julio de 2015

Presentación de "donde nada es todo lo asible" de Eugenio Padorno


Hay presentaciones institucionales y hay presentaciones del montón. La diferencia está en la calidad de los asistentes. Anoche había muchos nombres allí, muchas caras. Mi desconocimiento del mundillo apenas me permitía reconocer algunas caras, a las que era incapaz de asignarle el nombre correspondiente que luego he leído en la breve reseña que hizo del Domingo Rivero del evento–, pero es emocionante adivinar que andan por allí autores de libros que uno ha leído y lo que se dice la flor y nata de la cultura de esta isla, al menos de la ciudad, la que se nombra cuando se habla de cultura. Desgraciadamente, lo que es gente, había poca. Creo que estábamos yo y un tipo que se paseó por el museo como si fuera la primera vez que entraba y que sacó algunas fotos de la exposición permanente que allí hay celebrando la memoria de don Domingo Rivero.

El pregón lo hizo don Jorge Rodríguez Padrón y, habiéndole pillado más o menos la mitad, como dice un personaje de un cuento de un amigo mío, que se pasea por Nueva York y un fulano le habla en inglés, me enteré de que hay grados en esto del arte de la poesía. Están los verdaderos poetas, que maduran, que profundizan en el arte, volviéndose, como consecuencia de esa maduración, oscuros, refinados, complejos, como quería Rilke, al que se mencionó en algún momento, y hay otros que pretenden apurar la juventud repitiendo permanentemente las mismas fórmulas, naderías de ludoteca, es una expresión que salió por ahí. En fin, el discurso venía a mencionar algunas características de la poética de este hombre: agitación existencial, hondura, negrura, explosión de entusiasmo (confirmo esto del entusiasmo, me gusto el entusiasmo con que leía don Eugenio, pese a que el fuelle no le daba para mucho, entusiasmo del que cree en lo que está leyendo, diciendo en el poema), búsqueda de una revelación poética. Añadía, don Jorge, del autor, que había buceado en las entrañas de la poesía. Yo creo que todo esto viene a perfilar el estilo poético, que para decirlo en dos palabras y una coda, no lo entiende ni su …, . Lo mismo me pasa con la poesía de Rilke, dicho sea de paso, o la de Lezama Lima no percibo ninguna semejanza entre la de don Eugenio y la del cubano, pero lo menciono como otro ejemplo de poeta que no lo entiende ni su …, ni falta que le hace; porque hay una clase de poesía que no significa, que transporta, que sumerge en un extraño mundo de palabras, de imágenes raras, de ideas locas, que crea en verdad un mundo dentro de la cabeza que nada tiene que ver con esto blanco y negro de aquí fuera, y ese es, creo yo, el arte profundo de la poesía. Volviendo al discurso de don Jorge, este tipo de presentaciones me acaban dando la impresión del que el autor es una especie de superhéroe poético que es capaz de lanzarse a los más riesgosos lugares poéticos saliendo victorioso del trance donde otros, la mayoría, resbalan cuando tratan de alcanzar tan oscuros lugares, contentándose al final con barajar verdades de pacotilla, dicho poco más o menos en sus palabras. Las palabras del presentador crean al final un mundo a la medida en el que el héroe es el autor y todos los demás parecen quedar derrotados por incapacidad de alcanzar aquellas cotas que al fin y al cabo fueron construidas con sus materiales. Un poco excesivo, me parece a mí, sobre todo cuando alabar a unos denigrando a otros, un poquito de esto había.
En cualquier caso, va a ser que yo esté de acuerdo con don Jorge, que poco antes de llegar venía leyendo a un recientemente laureado poeta, que escribe clarito clarito, con mucha ironía y referencias a la cultura de masas más reconocible, pero con tintes eruditos, con muchas alusiones a su condición de poeta, de bohemio, de morador de habitaciones de hotel, y, por supuesto, de sexo relámpago con hermosas y misteriosas señoritas, y no tuve más remedio que concluir que aquel hombre, con tantos premios y accesits algunos más que don Eugenio, diría yolo que tiene es una horma ya aquilatada (tenía que utilizar esta palabra en algún momento, don Jorge) y una masa elaborada de palabras que hace pasar por ella para formar poemas que luego fríe en el aceite caliente de el como se supone que tiene que ser la poesía. Esto quiere decir que don Eugenio no hubiera ganado ese concurso ni amenazando al jurado.

Y me llevé el libro y lo he estado ojeando, y, como mínimo merece sucesivas lecturas que con toda seguridad irán permitiendo percibir nuevos matices, o tal vez no, pero la propia extrañeza al leer hace que uno invente en su cabeza interpretaciones, lo que no permite otro tipo de poesía que una vez que la has leído ya queda agotada y vacía. Mejor o peor creo que son consideraciones que no caben en todo esto, tampoco la comprensión; lo único que cuenta es el propio disfrute y el propio contento de uno al leer, qué coño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario