Pues, ayer presentó en Sinopsis Rubén Benítez su nuevo libro El hombre que mató a Liberty Valance. Héroes bajo sospecha. Es decir un libro nuevo sobre una película viejuna de un más viejuno director de cine viejuno, como es el cine del oeste que se realizó en Hollywood en la primera mitad del siglo pasado. Esa presentación la hizo Ricardo Rodríguez Jiménez, otro punto que hace poco también tuvo la osadía de mostrar al mundo sus reflexiones sobre otro director no menos viejuno y más sobado que pijama de soltero: PSICOSIS, DE ALFRED HITCHCOCK:VISIONES Y VERSIONES Ricardo Rodríguez Jiménez y otros...
Vale, es cierto que cada generación es una mirada nueva que puede distinguir matices diferentes. Pero, ¿de verdad el cine americano de los cincuenta da para tanto? Yo tengo la impresión de que si se exprime con suficiente paciencia hasta de una piedra se acaba sacando aceite. Quiero decir que las palabras son tan versátiles, se puede hacer tanta costura con ellas, que se puede llegar a decir, como afirma casi con convencimiento Rubén, que John Ford es feminista y de izquierda, aunque, en apariencia, de toda la vida sus películas haya dado tufo a justificación del imperialismo norteamericano (que tampoco tiene por qué ser incompatible, bien mirado) Una justificación, también hay que decirlo, no expresada con euforia, más bien con cierto bochorno, pues, en efecto, parece que en sus películas siempre había un cierto rechazo a como acababan las cosas. Sin euforia por la masacre de indios, sin engreimiento por haber construido esa nación (representado en la pesadumbre de James Steward al reconocer que él no había sido el que mató a Liberty Valance ante los periodistas, por ejemplo) a fuerza de infamias. Pero feminista porque sale una mujer diciendo ¡hum! en alguna de sus películas, o de izquierdas porque nos muestra la miseria de esos pobres en Las uvas de la ira... eso es alta costura.
Es posible que si uno mira con detalle a lo mejor la mujeres no salen tan mal paradas en sus películas y eso pueda interpretarse como feminismo . Es posible que, si uno mira con detalle, sale en la película una escuelita con un niño negro y un niño mejicano y eso pueda interpretarse como que es antirracismo. Puede ser que, si uno mira con detalle, la pesadumbre del protagonista, el amigo James Estiguar, represente la hipocresía de los políticos que se han encumbrado manipulando la fantasía de la gente creando falsas leyendas (labor, la de difundir la falsedad, atribuida a los periodistas, en esta película) para ocultar que ese país que han construido se sostiene sobre el asesinato y el robo, además de, todo hay que decirlo, la persistencia inquebrantable que da la desesperación de un montón de colonos que aguantaron sequías y chaparrones, indios y matones, tormentas y caciques acaparadores.
Pero en sus películas no se nota casi nada, por ejemplo, el racismo integral contra negros (todos los que no tienen procedencia del continente europeo) y mejicanos (todos los que pueblan desde la frontera sur hacia abajo el continente americano), ni mucho menos se nota el genocidio de los indios, las continuas traiciones de los pactos que con ellos se hicieron a medida que les iban robando terreno – vale, un poquito sí que se nota en Fort Apache – y otras miserias que la histora de ese país barre debajo de la abultada alfombra.
Claro. También se habló de otras cosas; de aspectos puramente cinematográficos, la carrera de John Ford es infinita – dice R.B. que casi o más de 100 películas –: de su arte para encuadrar planos maravillosos, de su influencia en otros directores como Kurosawa (¡será!), de su amplia variedad temática. (¡coño!, si es suya Las uvas de la ira, basada en la novela de Steinbeck, y El hombre tranquilo; ¡homérico!, solo por eso merece salvarse, ¡sea!). Pero ya ahí no presté mucha atención porque me entretuve mirando lomos de libros, tan sexis, y me estiraba, que me estaba dando un calambre.
Pues la presentación estuvo bastante concurrida, para estas cosas, porque tengo la impresión de que, además de poetas, lo que hay en estas tierras son muchos cinéfilos. Y alguno le discutió las opiniones a R.B. con más fundamento que el que yo expreso aquí, que el cine a mí, poco fú y poco fa. He de decir que estas gentes parecieron recibir el libro de Rubén Benítez con entusiasmo y casi le exigían que cuajara en papel esa otra propuesta de la que habló de hacer un análisis semejante de Sin Perdón, El jinete pálido y alguna otra, de Clint Eastwood, otro director al que se le puede sacar mucha punta hasta llegar a convertirlo en feminista filo gay y con un fondo de izquierdas indisimulable. Bueno, alguna razón habrá para que nos guste tanto, y, a lo mejor, él sabe explicárnoslo. Veremos a ver.
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Por mencionar, que estas cosas a veces interesan, que la editorial es Providence Ediciones, que al parecer se dedican específicamente a publicar libros de temática cinéfila