Crónica del salitre se construye con una serie de artículos que aparecieron en el periódico, que, bajo una forma novelada, es decir, usando unos personajes ficticios que charlaban entre ellos o con personajes relevantes de su época en nuestra ciudad, nos relatan acontecimientos locales, nacionales o mundiales desde la visión de un ciudadano. Algo así como la Historia mirada desde la intrahistoria (entiendo o defino como intrahistoria, para no estar buscando en el diccionario, la historia pequeñita , la de calle, la que sucede en el mercado de abastos, en la tienda de la esquina, en la plaza del pueblo, mientras allá en lo alto, Napoleón invade Rusia, Cristóbal Colón descubre América, o Hitler tira la primera bomba atómica sobre Washington).
Hay aquí notas recogidas desde finales del siglo XX, cuando aún se recuerda el paso de un cometa Biela, y una lluvia de estrellas que ocurrió casi diez años después y que marca una idea que atraviesa todo el libro, que hay como una especie de superstición en estas islas de creer que esos sucesos extraordinarios en el cielo son señales de que aquí abajo en la Tierra van a ocurrir cosas malas.
Por aquí se pasean don Rafael Romero, alias Alonso Quesada, o Thomas Pilcher, que se salvó milagrosamente del desastre del Titanic. Se habla del Valvanera y de la llegada del rey Alfonso XIII a Canarias. También del advenimiento de la república y del exilio del rey. De la guerra, de las guerras, del hambre. De la supuesta base de submarinos de Cofete, del lanzamiento de la primera Bomba Atómica. De la visita de algunos famosos con motivo del rodaje de aquella película Tirma, y el entusiasmo del pueblo por su actriz principal, la Pampani.
En fin. Así se avanza hasta casi entrado el siglo veintiuno. Son relatos cortos y entretenidos de leer. En ese estilo locuaz pero sobrio, sin verborrea, de don Emilio, que de vez en cuando deja caer alguna de esas frasecitas con mucha retranca que encaja a la perfección en boca de sus personajes populares, cofrades del bar Polo en el Puente de palo y de otro en la calle de la Pelota.
No sé, me gustó el librillo que te trasporta por el siglo veinte a buena velocidad, enterándote de detalles como que la primera televisión llegó a Canarias en el 64, o la historia del piano de la Pampani en el Hotel Madrid; que la Unión Deportiva se formó de tres equipos locales (El san Marino, el Victoria y el Gran Canaria) en el 46. ¿En el 60 hubo un eclipse total que se pudo ver desde las islas? No lo he comprobado. Puedo corroborar, sin embargo, que sí que creo recordar a mis primas mayores con miedo de morirse porque se había anunciado, no sé por qué ni como, en los primeros 70’s, que morirían todos los primogénitos tal día determinado (no recuerdo qué día). Yo, siendo el tercero, no pasé preocupaciones.
Parece un libro documentado en hemeroteca y reelaborado luego por la propia experiencia que no dudo que ha introducido en estas narraciones el autor, no en vano es él mismo contemporáneo de buena parte de los sucesos que relata y uno tiende a creer que en algunos casos hasta testigo directo.
En fin. Otro libro más de don Emilio que resulta de mi agrado y que compensa suficientemente los que no alcanzaron tan dudosa distinción.
Magnífico libro. Creo recordar del prólogo que fueron publicados en prensa y que no se escogieron todos para publicarlos en forma de ese libro. Además la selección no se hizo por un criterio de "calidad", o sea que deben quedar unos cuantos interesantes. Cada capítulo es como una ambrosía Tirma, dulce y buena pero no empalaga.
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