Esta es la segunda novela de Alfonso O'Shanahan que leo. La primera fue Antípodos. Y la tercera será, la última, Solsticio de Verano. No es que no haya escritos más cosas don Alfonso, pero estas tres son sus únicas declaradas como novelas.
Como la primera, esta vuelve a tomar tintes de novela de la historia. En este caso de una historia más reciente de Canarias, sin dejar de ser ya Historia. Concretamente de la época de la Transición Española y los inicios de la Autonomía en Canarias. No es un relato narrativo, continuado, con causas y consecuencias, de sucesos que ocurrieron, o pudieron haber ocurrido, sino una serie de anécdotas de la época que describe o resume bastante bien la atmósfera del momento, desde la formación de una Junta de Canarias previa al proceso autonómico y los conflictos de intereses que ahí surgían, la preponderancia del partido en el gobierno, al que todos los arribistas se sumaban para estar en el machito, la multiplicidad de partidos de izquierda, derecha y centro, independentistas y nacionalistas que se formaron, la corrupción, los peligros de entrar en la Unión Europea y los de no entrar en la OTAN con amenaza de EEUU incluidas, las pequeñas revoluciones obreras contra la aún imperante oligarquía, hasta de las manifestaciones por la creación de una universidad en las Palmas, o hechos culturales como el Manifiesto del Hierro; se mencionan aquí los despojos a la isla vecina, la aparición de ovnis en el cielo, el entorpecimiento de las labores de descarga de residuos atómicos en las proximidades de aguas canarias y hasta la isla de San Borondón. Todos estos temas y los que se me olvidan son tratados o mencionados en este libro. Tal vez no todos sean tal y como se cuentan sino solamente remitan a hechos que sucedieron, pero se nota un detallado conocimiento de tales sucesos y de saber mucho más de lo que se cuenta y de callarse una buena parte.
La peculiaridad, sin embargo, y yo diría que el defecto, es que no está narrado de una manera explícita, sino bajo el subterfugio de nombres ficticios, tanto de las personas como de las propias islas (Tejenife, la Gran Corsaria, Arenales, Morisma, Garocha, Brezal, Baturiente), supongo que con el propósito de que si se pisa alguna susceptibilidad, siempre pueda acudirse al desmentido. Pero los nombres, al menos los que yo he podido reconocer son tan evidentes de a quiénes se refieren en la realidad que parece una falsa ocultación. Cualquiera que esté más avisado que yo reconocerá a todos y cada uno de los personajes reales que son mencionados, y los que, como yo, requieran de alguna información extra, no les costará acudir a las hemerotecas en busca de la noticia real y con un poco de deducción extraer el origen de la historia que se narra en el libro.
El defecto es porque todo esto podría contarse de manera mucho más clara, con un formato periodístico y el libro sería mucho más interesante, mucho menos pesaroso de leer, porque sepan ustedes que el estilo que ha decidido emplear nuestro autor para escribirlo es el de, simuladamente, sin visos de querer ser riguroso, asumir el papel de un relator arcaico, al estilo de los relatos de la conquista de las islas canarias. Y la historia que ha inventado para ponerlo en práctica sería la de que este relator lo que cuenta son los hechos y circunstancias de un capitán general Antonio de Silva y Sotomayor, enviado desde el reino de las Españas a estas islas. Sin olvidar una introducción al origen de las Islas Corsarias, como es propio de estos relatos. A través de sus movimientos por cada una de ellas en el cometido de sus labores, yo apostaría a que hace referencia a lo que sería un gobernador o a un jefe superior de la policía o algo por el estilo, es como vamos siendo testigos del proceso histórico del momento que abarcarían desde poco después de la muerte de Franco hasta el intento de Golpe de Estado de Tejero.
He conseguido adivinar o averiguar a través de la semejanza de nombres y los hechos relatados en el libro, a qué situaciones se hace referencia en muchos capítulos, en otros no lo he conseguido, como no he conseguido identificar si detrás del personaje el capitán don Antonio de Silva y Sotomayor y el marqués ese de la Villapuebla al que le debe obediencia se ocultan dos personajes reales. Algunos de los sucesos los he vagamente recordado y otros apenas tengo memoria de ellos o simplemente los ignoraba, aunque no me resultan extraños. Uno curioso es el de las guerras del agua en Tenerife, según creo entender. Grandes manifestaciones populares que terminaron en enfrentamientos con la policía por las carencias continuadas del agua de consumo, cuando no le faltaba a los cultivos de los grandes caciques del sur. Otro suceso que ignoraba o es cuándo se había cambiado el nombre a Puerto Cabras por el de Puerto del Rosario, parece que fue en 1955 porque al equipo de la alcaldía le parecía que la nomenclatura original era ofensiva para los ciudadanos. Algo me viene a la mente de que estuvieran investigando nuestras aguas como depósito submarino de residuos nucleares. Y sí, a Fernando Sagaseta parece que lo declararon persona non grata en Puerto del Rosario, ocurrió en 1980.
Una de las historias que más fascinante resulta es la de los llamados Hermanos Rodigo Sierra que se refieren en concreto a los hijos de Luis Rodríguez Figueroa, un político Canario, escritor cuya novela El Cacique forma parte de nuestra memoria literaria, digo de Canarias, que no de la mía, que no la he leído. Parece que a este hombre lo asesinaron al comienzo del alzamiento. Que despojaron de su casa a su familia para ocuparla como cuartel. Sus hijos, hasta cinco también sufrieron represalias. Alguno fue también asesinado por los fascistas de retaguardia. Otros, encarcelados, consigueron huir y luego se alistaron para luchar en el bando republicano. Aún otros escaparon desde Francia hasta cuba y allí lucharon en la revolución cubana. Toda una familia de gente comprometida.
Para ir terminando, me ha parecido un libro de lectura interesante, aunque literariamente no sea una gran obra. Interesa más por el anecdotario histórico que por el elemento lúdico, digamos. Y aquel se ve entorpecido por este, cuyo fin, por cierto, es abundar en lo que ya se apuntaba en el libro anterior, destacar esa condición de islas conquistadas, es decir de territorio anexionado y por lo tanto de segunda categoría y que como tal es tratado un poco con desapego y como de favor cada vez que se les medio conceden alguna prebenda. Un territorio al que se viene a rapiñar todo lo posible, a hacer fortuna. Salvando, y este es el personaje, algunos individuos honestos de esta generalización.
Luis Rodíguez Figueroa y sus hijos:
https://www.elpaiscanario.com/91-aniversario-de-la-republica-espanola/
Guerra del agua en Tenerife:
https://elpais.com/diario/1980/08/28/espana/336261610_850215.html
Sagaseta Persona non grata
https://elpais.com/diario/1980/07/30/espana/333756025_850215.html