Ayer tuve la fortuna de presentar el libro de mi amigo Juan José Rodríguez Barrera, Obra Menor. Previamente, y para tener algo de lo que hablar en la mesa, me hice una pequeña revisión del libro, que viene a continuación a manera de reseña. Siempre, es inevitable, desde el punto de vista amable de un amigo, pero también de un lector que trata de ser lo más honesto posible (él y yo sabemos que no nos callamos lo que haya que decir). No obstante, después de tantos años, será por hábito, todo lo que escribe (y todo es una palabra muy grande que el jodío no termina de arrancar y ponerse en serio) me parece tocado por una mano, si no maestra, con duende, como dicen los gitanos.
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Como
muy bien dice en la introducción, el libro es una miscelánea de muy
variado pelaje. Poemas, relatos y otras cosas que uno no sabe muy
bien cómo catalogarlos: unos son reflexiones, sobre literatura,
sobre el cotidiano existir; otros son falso extractos de obras
inexistentes; otros son relatos
en toda regla; y aún otros,
ni se sabe qué. No se puede decir que haya un hilo
conductor
y sin embargo hay una familiaridad de relato a relato que es más un
aire, una atmósfera, a la cual solo puede llamársela Juanjoseana
que te presta la sensación de que todo el tiempo estás en el mismo
entorno, en la misma casa.
Con
un afán catalogador he querido agrupar, sin ser exhaustivo, algunos
textos –incapaz me siento de hacerlo con todos– con el fin dar
una apariencia de orden a este pequeño caos.
Hay
una serie que considero los más aproximados a la «condición» de
relatos. El primero y más querido por mí es Cuernos,
con esas tres preguntas geniales con que termina, que siempre me
sacan una lagrimita de emoción; después, y en orden de preferencias
está El
Jardín de mirtos,
cuyo personaje, Moriarty, me fascina.
Por
otro lado hay tres que tienen una factura muy próxima, una cierta
seriedad
algo ajena al estilo personal de Juanjo, por decirlo de alguna
manera: La
guitarra de
papá,
Conservas Ojeda y El cuervo;
yo quiero creer que estos fueron escritos en una época en que
asistíamos a un curso de escritura impartido por Alexis Ravelo.
Juanjo siempre dice que a él se le daría bien hacer de negro,
porque basta que le den cuatro pautas sobre lo que escribir para se
le desate la imaginación.
Por
último señalo El
encargo
pero porque este me parece que da pie a otra vertiente de relatos que
son los de los personajes «disidentes», es decir, personajes que
cambian de vida; a menudo, que pasan de llevar una vida anodina,
vulgar, indistinguible de cualquier otro ser humano, a una vida de
disidencia social, no rebelión, porque la rebelión que ellos
practican es toda interior, es un cambio experimentado en ellos, que
de pronto despiertan
a una conciencia del absurdo de su propia existencia hasta ese
momento, sin querer hacerla extensible a los demás. ( El
encargo,
precisamente es lo contrario, un personaje que es un asesino
profesional que decide abandonar el negocio). Esto son (de nuevo por
orden de preferencias): Vagabundeces,
donde un personaje próspero, bien instalado en la sociedad,bien
relacionado, decide darse de baja de todo eso; y luego El
abrigo,
Hombre
con gafas,
El
sombrero,
en los que el uso de esa pieza de vestimenta implica un cambio de
actitud vital del personaje. Bar
de barrio,
vuelve un poco ser un personaje que siente atracción por el lado
lumpen,
como se decía antes.
Una
pica en Flandes,
es otro relato muy con intenciones narrativas serias
en el que recrea falsamente un pasaje de la historia de la pintura
flamenca, y es el primer ejemplo de un tema que también gusta a
Juanjo, algo así como la docuficción, o la historia ficción;
siguiendo esta estela estarían Tres
cosas de pueblo
y Recorramos
la iglesia,
unos falsos paseos turísticos .
También podríamos catalogar de ficción científica a Apuntes
sobre la Hipocondría Proyectiva Diferencial
(HPD).
El
avance imparable del tiempo,
aunque lo parezca es más documental que ficción. O al menos yo creo
acordarme de casi todo lo que se cuenta allí. También puedo dar
testimonio de otros sucesos fielmente
documentados como La
poética del ajedrez.
También
abundan
los relatos que, como dice en la introducción, homenajean
a la literatura. Y muchas veces es un homenaje burletero como
Fragmento de entrevista a Mario Alba y Una forma
de
respeto,
en los que cordialmente mata
a su editor;
Náuseas,
es otro relato donde lo literario y lo documental se mezclan, el
personaje escribe una falsa biografía;
El tercer ojo,
Página
cincuenta y
dos,
Nuestro sino, Escribir. Escribiendo. Escrito,
podrían ser tomados por reflexiones sobre el hecho literario.
Podríamos
decir que la poesía no es el dominio de Juanjo. Sin embargo muchos
poemas han caído de su pluma y muchos caerán. Para mi gusto esta es
la manera correcta de escribir un poema, cuando sale casi por
necesidad. Yo diría que el tono poético de Juanjo en este libro es
claramente un tono de necesidad expresiva que no podía tomar otra
forma. En ellos hay una concisión, una precisión en una idea que a
menudo tiene que ver con el cansancio de asistir sin posibilidad de
escabullirse al triste espectáculo de una sociedad absurda en sus
comportamientos, feliz de su estulticia, en la que el personaje se
percibe como disidente, como no queriendo ser confundido con todo esa
manada, jauría o rebaño al que no quiere pertenecer y del cual
tampoco puede escaparse.
Sin
embargo, y es confesión suya, a muchos de sus poemas les falta una
revisión, sobre todo, a mi juicio, una relectura por su parte, sin
la carga emotiva, tal vez, que le llevó a escribirlos, y que le
permita eliminar elementos que, sin traicionar del todo el propósito
inicial, le den una forma más cerrada estéticamente.
Como
resumen podría decir que la aparente amalgama o revoltijo (todo por
no poner miscelánea) de textos que aquí aparecen, sin embargo tiene
un elemento común una especie de alineamiento que les presta una
cierta unidad de movimiento como esas bandadas de estorninos que, con
ser cientos o miles, cada uno volando por su cuenta, parecieran todos
sincronizados, y, vistos desde abajo, forman con su vuelo esas
figuras colosales, esas especies de volúmenes que
dan la impresión de una entidad única, viva y caprichosa en sus
movimientos.