sábado, 26 de noviembre de 2016

La mujer de Lava


Asistí el jueves veinticuatror a la presentación de La Mujer de Lava, de José Miguel Junco Ezquerra.

Le flanqueaban en el banquillo Luis Junco, relacionado con la editorial La Discreta, Evelyn de Lezcano, poeta, y Pedro Flores, señor acatarrado.
Sinceramente desconocía a Jose Miguel Junco como poeta. No como persona existente en el mundo porque acudo con cierta frecuencia al Domingo Rivero y los que acudimos al Domingo Rivero somos un grupo bastante acotado, aunque amplio. Sabía que escribía poesía, y sabía que tenía una partida de publicaciones y he asistido a muchas presentaciónes que en las que él oficiaba de introductor de la obra, pero no recuerdo haberme acercado a ninguna de sus propias obras, tal vez sí que haya leído algo suelto alguna vez, pero lamentablemente no lo recuerdo.

Me pareció protocolaria aunque de rigor, la intervención de Luis Junco, hablando de la editorial La Discreta, que me parece un proyecto de lo más interesante y que es, probablemente el destino de toda aspiración editora a pequeña escala. Y que, por cierto nos devuelve a tiempos anteriores en los que antes de empezar cualquier proyecto había que conseguir una colección de suscriptores que se comprometieran, contante y sonantemente, con la idea. Actualmente, con el crowfunding, se retoma este modo de hacer, solo que de una manera más anónima utilizando para ello las redes y su capacidad poner en contacto a personas que no se van a relacionar nunca.

Evelyn lezcano leyó un breve estudio de la obra de don Jose Miguel que me pareció algo envarado porque a mí me da la impresión que hay un lenguaje para orar (hablar) y un lenguaje diferente para leer y que cuando se lee en voz alta ante un auditorio un texto que pretende ser informativo, no poético o lúdico en general, sino tratando de explicar cosas, este lenguaje debe ser claro, pero también coloquial, sencillo, sin florituras. Yo creo que muchas veces, en la crítica literaria, se pretende hacer más literatura que en la propia obra literaria que se está criticando.
No obstante destaco de entre sus palabras algunos aspectos descriptivos de la obra de Junco como: "Musicalidad y dominio del ritmo", "poesía con rasgos existenciales", "intimista", "confesional".

La intervención de Pedro Flores, aunque también fue leída, con las salpicaduras que inevitablemente introduce él comentando cualquier cosa que le viene a la cabeza, responde más a esta idea mía de habla coloquial.

Recordó Pedro Flores los tiempos primeros del autor, que debieron andar allá por los finales de los setenta. Mencionó, creo que inevitablemente, los conflictos generacionales y algo que me llamó la atención, una cierta "generación ignorada" por no haber sido incluida, precisamente en ninguna generación, que es donde enmarca precisamente a Luis Junco, o a Teodoro Santana. Poetas que "ocuparon cierto eslabón perdido" que el propio Pedro Flores y sus coetáneos que se iniciaban en las artes literarias de aquellos primeros noventa, percibía que faltaba en esas categorizaciones generacionales a las que por otra parte les tiene tan poca fe.

Señala a Luis Junco como un igual, es decir, alguien con sus mismas inquietudes poéticas, de los que no puede decirse que cada libro abra o cierre nada, sino que son un tránsito en un proceso de búsqueda, de gestión de "una fértil insatisfacción".

Por mi parte, ya terminado el acto, y después de escuchar leer al propio autor algunos de sus poemas, sentí esa sensación que muchas veces me suele acometer cuando me doy cuenta de que he estado ignorando algo de cierta importancia que ocurría a mi lado y de pronto me despierto a su existencia. Donde he estado yo este tiempo, me suelo preguntar en esas ocasiones.

He descubierto a un poeta, y eso es lo importante, un poeta que no escribe raro, que dice cosas que puedo entender, un poeta que a veces me emociona y que a veces me hace reflexionar sobre las cosas del mundo, y cuyos poemas me resultan familiares. Supongo que hoy he ganado algo.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Antolín Dávila en la Biblioteca Pública con Daniel María


Pues acerté a «caer» ayer, jueves 17 de noviembre del presente, por la Biblioteca Pública y caí tan bien que coincidí con la primera sesión de un ciclo que tienen allí organizado llamado “Entre palabras”,  cuyo propósito declarado es el de traer a escritores insulares y aplicarles un tercer grado con la intención de que confiesen todos sus secretos en lo que a su obra atañe. Hizo de comisario  Daniel María, a quién no tenía el gusto de conocer, pese a su impresionante currículum del que apenas voy a destacar una mención en el premio Benito Pérez Armas, donde su libro El hombre que amó a Gene Tierney recibió un accésit en 2011.
El autor invitado era Antolín Dávila, del cual confieso haber leído apenas un solo libro, aunque reconozco su nombre desde hace muchos años, “desde los ochenta”, al parecer, en que empezó a publicar, y cuya La calle de la concordia (1989) resulta para mí la novela más mencionada, aunque la que yo he acertado, nunca mejor dicho, a leer fue Una rosa en la penumbra (2006), su última novela por el momento; e insistiendo en esto, porque, a pesar de los largos periodos de tiempo transcurridos desde la publicación de esta novela hasta hoy, y entre esta última y la anterior Alguien cabalga sobre su seno (1996), el autor no ha cerrado la fuente de su creatividad y continúa manando imparablemente, vertiendo, bien a los diarios locales cuando hay ocasión, bien a las gavetas cuando no la hay, cuentos que atesoran, tal vez, semillas de futuras novelas.

Me aburro de este tono tan rebuscado y me bajo un escalón para decir que pocas veces he disfrutado tanto en una de estas charlas con escritores. Y que le atribuyo el mérito tanto al propio autor, Antolín, que habla de su obra y de sus personajes como quien habla de parientes cercanos y de mucho trato, con familiaridad y cercanía, no como un dios creador distante y omnipotente, sino como quien se limita a observarlos hacer y deshacer por su cuenta y trata con ellos por la calle o en la cafetería tomándose un café. Tanto, decía, al autor como al moderador, Daniel María que a mi juicio realizó un trabajo previo exhaustivo sobre la obra de Antolín, ofreciéndonos un recorrido no solo nominal de sus novelas, sino analítico de contenidos, estilo y evolución del propio escritor que me resultó admirable. No deja de venirme a la cabeza aquellas memorables entrevista de A Fondo de Joaquín Soler Serrano y lamento que no hubiera una cámara que estuvieran grabando aquella entrevista o simplemente charla, porque sin duda creo que el resultado fue digno de conservar en memorias más estables y persistentes que las de los tres asistentes que acudimos en esta ocasión.

El ciclo "Entre Palabras" lleva teniendo lugar cuatro años a iniciativa de nuestro venerable gobierno autónomo, y moderado en todas sus sesiones por Daniel María. Iniciado en el 2013 han pasado por esta mesa, sin que, al parecer, mi ignorancia se hubiera dado por aludida en todo este tiempo: Victor Álamo de la Rosa, Santiago Gil, Víctor Conde, Pablo Martín Carvajal, Anelio Rodríguez Concepción, Octavio Pineda, Román Pérez, R. Alzala... solo mencionando los invitados en Las Palmas, pues también se celebra la misma actividad en Santa cruz de Tenerife.