Magela Gracia escribe novela erótica de tono subido o descaradamente novela pornográfica. La novela erótica presta más atención a la seducción, a sensaciones de los personaje, es suave, relajada, centrándose en la tensión sexual. La novela pornográfica es desatada, desprejuiciada, arrebatada, todo me sale en ada. Estas son mis palabras, quiero aclarar, mis conclusiones sobre lo que ella misma declaró anoche en el Quegles. Magela hace más de diez años que escribe. ¿Por qué escribe?, no lo sé. ¿Por qué escribe tanto la gente?¿Por qué escribo yo? Nada que ver. Magela cree en lo que escribe, está segura de la calidad de su obra. Yo no. De la mía. A ella no la he leído, pero el fragmento que ella leyó no me gustó, sinceramente. Me pareció una retahíla larguísima sin mucho atractivo literario y bastante estereotipada en cuanto a contenido sexual explícito. A mí personalmente el atractivo literario en literatura me parece imprescindible para apreciarla, y no quiero decir la floritura, el engalanamiento exagerado -me vino a la mente la novela pornográfica de los setenta con alambicadas metáforas eludiendo vocablos soeces-, sino un cierto ritmo en la frase, una adecuada puntuación que vuelva la frase cantarina, saboreable. En cuanto al estereotipo, no sé si es posible eludirlo en este tipo de textos, pero, en el fragmento que leyó apenas se notó si ni siquiera lo había intentado. Estoy siendo injusto, obviamente, porque lo único que conozco de su obra es ese fragmento. Y además estoy en las antípodas de cualquier género literario. Quiero decir que cualquiera que se declare autor de un determinado género literario ya me deja frío, incluso me repele un poco porque tengo tendencia a equiparar literatura de género con producto literario, siendo la connotación de producto exactamente la de producto de mercado.
Pero a quién le importa, salvo a mí, mi opinión. Magela ha conseguido reunir en torno a su obra a un nutrido grupo de lectores. Eso es lo que importa. La sala estaba llena de gente que había ido a verla a ella, eso también importa. Otra confirmación de su éxito es que ha recibido proposiciones de una gran editorial, mercantilmente honestas, y eso importa mucho. De lo demás apenas importa nada.
La charla fue amena. Se habló de sexo, más o menos. Se habló poco de literatura, de eso que yo llamo hablar de literatura, que es hablar de escritores y de sus obras. Se habló de escribir. Se habló mucho de los malos entendidos que, sobre todo, se tiene con las mujeres que escriben literatura erótica o directamente pornográfica. Se habló de si un autor tiene que ser asimilado a un personaje o no, y se dijo que no. De hecho ella habla de “su personaje” Magela, que circulaba por la red, distinguiéndolo claramente de su “ella sí misma” Magela, que trabaja de enfermera. En fin. Alguna controversia acerca de lo pertinente o no de esta literatura. Ella confiesa un fin, que este tipo de cosas, el sexo, el goce, el disfrute sexual en cualquiera de sus maneras, tenga categoría de normal. Que los ridículos tabúes que solo se destapan a puerta cerrada dejen de ser tabúes. Tiene razón.
En fin, este es mi resumen apresurado de la charla con Magela Gracia en el Quegles dentro de la Redgeneración Literaria de don Ramón Betancor, a quién Dios Guarde Muchos Años su buen hacer en estas batallas.